Los
técnicos encargados de la restauración de los bienes muebles de la
iglesia, han sacado a la luz las pinturas murales situadas en el
intradós del arco de la tribuna del lado de la Epístola que da al
presbiterio.
El
IAPH tenía constancia de la existencia de pinturas murales en ese
sector, gracias a un estudio paramental, que incluyó una amplia
serie de catas, realizado previamente a la redacción del proyecto de
conservación, aunque se desconocía su diseño e iconografía.
Tras
ser eliminadas las capas de cal que las cubrían, ha quedado visible
una interesante decoración pictórica, cuya realización se puede
encuadrar dentro del siglo de la segunda mitad del siglo XVII o
principios del XVIII.
El
intradós se decora con la alternancia de tres tondos circulares y
dos casetones, dorados sobre fondo azul, en cuyo interior se sitúa
la cabeza de un querubín, centrando en el arco el anagrama de la
Compañía de Jesús.
Esta
tribuna y la sala anexa, utilizada como capilla comunitaria, era
donde en invierno los enfermos asistían a misa.
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